Georgia atraviesa un período de intensas manifestaciones en su capital, Tiflis, y otras ciudades principales. Estas protestas, motivadas por el descontento con el gobierno del partido Sueño Georgiano, surgen en respuesta a decisiones polémicas que incluyen el retraso en las negociaciones para la adhesión del país a la Unión Europea (UE). Este giro en la política exterior, percibido como un acercamiento a Rusia y un alejamiento de Europa, ha generado una fuerte oposición tanto dentro como fuera del país.
Tensiones políticas y sociales
Las manifestaciones se intensificaron después de que el gobierno promulgara leyes que restringen derechos civiles, incluyendo medidas consideradas anti-LGBTQ+, y crecieran las denuncias de un autoritarismo creciente. Estas acciones han sido condenadas por la UE y Estados Unidos, que han expresado su preocupación por el retroceso democrático en Georgia.
En las calles, el clima es tenso, con enfrentamientos entre manifestantes pro-UE y la policía. Los ciudadanos critican la erosión de libertades democráticas y el retroceso en el camino hacia la modernización y la integración europea, un objetivo que cuenta con el respaldo de la mayoría de los georgianos según encuestas recientes.
¿Qué desató las protestas?
La tensión política se agudizó tras las elecciones de octubre, consideradas un referéndum sobre la integración a la UE. A pesar de las denuncias de irregularidades, Sueño Georgiano se declaró victorioso. La situación empeoró el 28 de noviembre, cuando el primer ministro Irakli Kobakhidze anunció la suspensión de las negociaciones de adhesión a la UE durante cuatro años. Esta decisión llegó luego de que el Parlamento Europeo rechazara los resultados electorales de Georgia por presuntas irregularidades, lo que desató una ola de indignación.
Contexto histórico
Desde que obtuvo su independencia de la Unión Soviética en 1991, Georgia ha buscado unirse a la UE, un objetivo que incluso está plasmado en su constitución. El país logró el estatus de candidato a la UE el año pasado, pero las recientes acciones del gobierno parecen haber puesto en pausa este sueño colectivo.
Una sociedad dividida
El país está profundamente polarizado entre quienes apoyan la integración europea y quienes favorecen políticas más conservadoras y cercanas a Rusia. La situación plantea un desafío para el futuro de Georgia, que parece debatirse entre dos caminos: el de la democracia occidental o el del autoritarismo que muchos temen.
La comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos, presionando al gobierno para retomar las negociaciones con la UE y garantizar las libertades democráticas en el país.